¡Estamos de vuelta!
En esta entrada vamos a hablar sobre una de las grandes obras de Petrarca, que ya hemos mencionado en varias ocasiones a lo largo de este blog. La obra de el Cancionero se ha convertido en un referente en la literatura europea. Seguramente, se deba al motivo de su creación, el amor y su perduración en el tiempo, sin obedecer a la estructura del momento.
Además, esta obra nos muestra una tensión entre la libertad de expresión sentimental y las necesidades de una forma artística perseguida por su autor. En otras palabras, vemos una evolución del propio poeta, comenzando con los patrones tradicionales y terminando con la construcción de su propio estilo.
La obra del Cancionero se compone de poemas cortos, en su mayoría encontramos sonetos y canciones que no superan los cien versos. Petrarca justifica esta composición explicando que para la alegría como el dolor, prohíben los discursos largos. Asimismo, estos poemas recibían la denominación de nugae por el propio poeta, que significaban naderías o inepcias, ya que eran composiciones líricas en lengua vulgar.
El gran debate que podemos encontrar sobre esta obra es su división, ya que Petrarca no le puso ningún título. Hoy en día, varios escritores y profesionales en la vida de Petrarca como Ernest Wilkins, lo dividen en dos partes: la primera, In vita di Madonna Laura, y la segunda, In morte di Madonna Laura.
Aquí os dejo una interpretación de uno de los sonetos de Petrarca por el gran Luciano Pavarotti. 👇
BIBLIOGRAFÍA:
Crespo, A. (1995): Cancionero de Francesco Petrarca. Alianza.
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